En el mundo real de las viviendas y los locales, el moho casi nunca se trata como un problema constructivo y de salud ambiental, sino como un problema estético:
“Hay unas manchas negras, vamos a taparlas”.

De ahí el éxito de tres “familias” de productos:

  • Pinturas “antimoho”
  • Sprays y limpiadores “quitamoho”
  • Máquinas o tratamientos con ozono

Todos prometen lo mismo: eliminar el moho de manera rápida y definitiva.

Desde la biohabitabilidad y la salud ambiental, la realidad es otra:

Estos productos pueden tener un papel muy limitado y puntual, pero no son una solución completa ni duradera por sí solos.
Y en muchos casos, añaden nuevos problemas al aire interior.

Vamos a ver por qué.


1. Recordatorio básico: qué necesita el moho para crecer

Para entender por qué estas soluciones son parciales, hace falta recordar las condiciones que necesita el moho en un edificio:

  1. Humedad
    • Agua líquida (filtraciones, condensaciones, capilaridad, fugas), o
    • Humedad relativa alta en superficie y en el material (microcondensación, humectación prolongada).
  2. Nutrientes
    • Prácticamente cualquiera: polvo doméstico, celulosa (papel, cartón-yeso, maderas, textiles), restos de jabones, pinturas, colas, etc.
  3. Temperatura
    • La mayoría de mohos de interiores prosperan en el rango de confort humano (15–30 °C).
  4. Tiempo de exposición
    • No basta con un pico puntual de humedad; el material debe permanecer bastante tiempo en condiciones favorables.

Esporas hay siempre en el aire. Nutrientes casi siempre.
Por eso, el factor que podemos controlar es el conjunto:

fuente de humedad + microclima + materiales.

Pinturas antimoho, sprays y ozono suelen actuar solo sobre la mancha visible, sin modificar esos factores de fondo.


2. Pinturas “antimoho”: biocidas en la pared

2.1. Qué son y cómo funcionan

Las pinturas antimoho son, básicamente:

  • Una pintura convencional (acrílica, vinílica, etc.),
  • A la que se le añaden biocidas (fungicidas, algicidas, conservantes) que se van liberando desde la película de pintura hacia la superficie.

Su misión: inhibir o retrasar el crecimiento del moho en la propia película de pintura.

El mecanismo simplificado:

  1. El biocida está repartido en la matriz de la pintura.
  2. Con el tiempo, y especialmente en presencia de humedad, migra hacia la superficie.
  3. Allí interfiere con procesos vitales de hongos y algas (germinación, integridad de membrana, etc.).
  4. Mientras haya suficiente concentración activa en la zona superficial, la probabilidad de colonización visible disminuye.

2.2. Los límites del enfoque

a) El biocida se agota

La liberación de biocidas:

  • No es infinita,
  • Depende de la formulación, del espesor de la capa, de la humedad y de la temperatura,

Con los años, la concentración de biocida en la superficie baja por debajo del nivel eficaz.
A partir de ese momento, la pintura es prácticamente una pintura “normal”, pero:

  • La fuente de humedad sigue ahí.
  • Las condiciones de microclima no han cambiado.

Por tanto, el riesgo de reaparición del moho es alto.

b) No corrige la causa: humedad, puentes térmicos, ventilación

En casi todos los casos problemáticos:

  • Hay condensación (visible o microcondensación),
  • O puentes térmicos y superficies frías,
  • O filtraciones / capilaridad / fugas,
  • O una ventilación deficiente.

La pintura antimoho no modifica nada de esto.
Solo intenta que, a pesar de ese microclima húmedo, el moho tarde más en colonizar la superficie.

Es decir, actúa sobre el síntoma, no sobre el origen.

c) Efecto “maquillaje” para problemas graves

Es muy habitual:

  • Pared con moho recurrente.
  • Se limpia superficialmente y se aplica pintura antimoho.
  • La obra queda estéticamente impecable y el problema desaparece… unos meses o un par de años.

Para ventas, alquileres o entregas rápidas de obra, esto es muy tentador.

Desde la salud ambiental:

  • Es un enmascaramiento,
  • La contaminación en el interior del material y la fuente de humedad pueden seguir activas,
  • Y los ocupantes terminan conviviendo con un problema crónico bajo una capa de pintura.

d) Carga química añadida al aire interior

Los biocidas:

  • Están diseñados para ser tóxicos para organismos vivos (hongos, algas, bacterias).
  • Pueden migrar, en distintos grados, hacia el aire y el polvo interior.

Personas con:

  • Asma,
  • Alergias,
  • Sensibilidad química,
  • Niños pequeños o personas vulnerables,

pueden ver agravados sus síntomas con el uso extensivo de productos con conservantes o fungicidas volátiles.

En un enfoque de biohabitabilidad, el objetivo es reducir la carga química en interiores, no incrementarla.

e) Compatibilidad con sistemas biohabitables

Muchos sistemas de bioconstrucción buscan:

  • Revestimientos con alta transpirabilidad (cal, silicato, tierra).
  • Capacidad de regulación higrotérmica (materiales que amortigüen picos de humedad).

Algunas pinturas antimoho:

  • Son más plásticas y menos permeables al vapor,
  • Pueden dificultar el secado del muro,
  • Rompen la lógica de un sistema “abierto” a la difusión del vapor.

Resultado: a medio plazo, se puede empeorar la capacidad de secado del cerramiento, favoreciendo, paradójicamente, condiciones internas más favorables al moho.

2.3. ¿Tienen algún papel razonable?

Sí, pero muy acotado:

  • En un sistema donde la causa de la humedad ya está corregida (aislamiento adecuado, eliminación de filtraciones, ventilación revisada),
  • Con las superficies y materiales correctamente saneados o sustituidos,
  • Y dentro de un diseño de acabados transpirables y compatibles,

una pintura con propiedades fungistáticas puede utilizarse como refuerzo adicional, especialmente en zonas que, aun bien resueltas, tienden a tener microcondiciones algo más exigentes.

Nunca debería plantearse como la medida principal frente a un problema de moho estructural o de humedad crónica.


3. Sprays “quitamoho”, lejía y otros productos milagro

3.1. Qué contienen normalmente

Los productos en spray o líquido etiquetados como “quitamoho” suelen basarse en:

  • Hipoclorito sódico (lejía)
  • Amonios cuaternarios (desinfectantes)
  • Peróxidos (agua oxigenada estabilizada u otros)
  • Mezclas de tensioactivos, perfumes y otros aditivos

Su objetivo es:

  • Desinfectar la superficie,
  • Decolorar el moho (sobre todo en el caso del cloro),
  • Mejorar el aspecto de forma rápida.

3.2. Qué hacen bien… a corto plazo

  • Decoloran o aclaran la mancha (especialmente la lejía sobre mohos oscuros).
  • Reducen temporalmente la carga de esporas y micelio en la capa más superficial del material.
  • Pueden atenuar el olor a humedad durante un tiempo.

Esto genera una poderosa sensación de “problema resuelto”.

3.3. Por qué no son una remediación real

a) Actuación muy superficial

En materiales porosos (yesos, maderas, revocos, juntas de mortero, textiles):

  • El micelio del hongo puede penetrar milímetros o más en el interior del material.
  • El producto aplicado en superficie rara vez llega a toda la profundidad contaminada.
  • La parte no destruida puede reactivarse en cuanto vuelven las condiciones de humedad.

En el caso de la lejía:

  • Reacciona rápidamente con la materia orgánica,
  • Se “consume” en la superficie,
  • Muchas veces lo que realmente ha cambiado es el color de la colonia, no su destrucción completa.

b) No modifican el microclima

De nuevo:

  • La fuente de humedad (condensación, puente térmico, capilaridad, filtración) sigue intacta.
  • La HR superficial seguirá siendo elevada en cuanto se repitan las condiciones (invierno, duchas, etc.).
  • El patrón de moho tiende a reaparecer, a veces en el mismo lugar, a veces en zonas adyacentes.

c) Riesgos para la salud

  • Vapores irritantes (cloro, compuestos clorados, perfumes, mezclas con otros productos de limpieza).
  • Aumento de la carga de compuestos químicos en el aire interior.
  • Irritación de mucosas, problemas respiratorios o de piel en personas sensibles.

En remediaciones profesionales, el uso de determinados biocidas se hace:

  • Con equipo de protección individual,
  • En condiciones controladas,
  • Y como parte de un protocolo completo, no como “solución doméstica” recurrente.

d) Daño potencial en materiales

  • El cloro es un oxidante fuerte → puede deteriorar metales, textiles, juntas elásticas, maderas, etc.
  • Sobre algunos soportes, puede producir decoloraciones no deseadas, eflorescencias o fragilización.

3.4. ¿Cuándo puede tener sentido usarlos?

En el contexto de una remediación técnica, ciertos productos limpiadores pueden ser útiles para:

  • Reducir momentáneamente la carga de moho superficial antes de, por ejemplo, retirar el material o
  • Facilitar la limpieza previa en zonas donde luego se va a intervenir de forma más profunda.

Pero siempre como una fase dentro de un plan de actuación completo, y no como el tratamiento principal.


4. Ozono: desinfección de choque que no resuelve humedad

4.1. Qué es el ozono y cómo actúa

El ozono (O₃) es una forma altamente reactiva del oxígeno:

  • Actúa como oxidante sobre compuestos orgánicos, membranas celulares, etc.
  • Se utiliza en ciertos contextos industriales y de saneamiento para desinfectar aire y agua, y para tratar olores.

En teoría, un tratamiento con ozono en una habitación:

  • Puede reducir la carga de microorganismos en el aire y en la capa superficial de algunos materiales expuestos.
  • Puede oxidar moléculas responsables de olores desagradables (humo, humedad, etc.).

4.2. Limitaciones importantes

a) Concentraciones eficaces vs seguridad

Para que el ozono tenga un efecto significativo sobre hongos y esporas:

  • Se requieren concentraciones relativamente altas y/o tiempos de exposición prolongados.
  • Estos niveles se acercan o superan, fácilmente, los umbrales aceptables de exposición para personas.

En una vivienda ocupada:

  • No es viable ni seguro mantener estas concentraciones con gente dentro.
  • Los tratamientos de choque bien hechos requieren ausencia de ocupantes y ventilación posterior intensa, y aun así, su alcance en materiales porosos es limitado.

b) Penetración en materiales

  • El ozono actúa muy bien en el aire y en superficies expuestas.
  • Pero no penetra en profundidad en yesos, maderas, textiles gruesos, aislamientos, etc.

Resultado:
Puede reducir la carga biológica en el aire y en las capas más externas, pero:

  • No garantiza la eliminación de micelio y esporas en el interior de materiales afectados.
  • No impide la recolonización si las condiciones de humedad se mantienen.

c) No corrige el origen del problema

Al igual que en los casos anteriores:

  • El ozono no repara filtraciones,
  • Ni corrige puentes térmicos,
  • Ni elimina la capilaridad,
  • Ni modifica la ventilación o el diseño constructivo.

Es, de nuevo, una herramienta que se centra en el síntoma (la presencia microbiológica), no en la causa constructiva y microclimática.

d) Riesgos para la salud y los materiales

Para las personas:

  • El ozono es un irritante respiratorio bien conocido.
  • Puede desencadenar o agravar síntomas respiratorios y oculares, especialmente en población sensible.

Para los materiales:

  • Al ser oxidante, puede dañar gomas, plásticos, cables, juntas, acabados delicados.
  • Puede reaccionar con otros compuestos presentes en el aire interior y generar subproductos no deseados.

4.3. Diferenciar ozono de otras tecnologías de purificación de aire

Es importante distinguir:

  • Equipos específicamente diseñados para generar ozono en tratamientos de choque, usados como “solución” contra moho,
  • De tecnologías de purificación de aire activa que no generan ozono medible en condiciones de uso normal (por ejemplo, ciertos sistemas basados en ionización controlada o en NCC – Natural Catalytic Conversion).

En un enfoque de biohabitabilidad como el de Unidad Verde:

  • El ozono no se plantea como solución estructural frente al moho ni frente a un problema de humedad,
  • Pero sí pueden emplearse otras tecnologías de purificación de aire que no funcionan como ozonizadores y que se utilizan para mejorar la calidad del aire interior (reducción de partículas, COVs, determinados microorganismos) como complemento, nunca como sustituto de un diagnóstico y una corrección de la causa.

5. Por qué todas estas soluciones “parecen funcionar” al principio

Hay una razón poderosa por la que estas opciones siguen vendiéndose tan bien:

  • La mancha desaparece o disminuye
  • El olor mejora
  • La sensación visual de problema desaparece

Eso genera un refuerzo inmediato: “esto sí funciona”.

Sin embargo, en términos de salud ambiental y durabilidad:

  • La carga fúngica en profundidad no suele eliminarse por completo,
  • Las condiciones que generaron el problema siguen presentes,
  • El moho puede recolonizar las mismas zonas, o aparecer en otras en cuanto se repiten las condiciones de humedad.

Es un enfoque de corto plazo:
cosmético → sí,
estructural → no.


6. Qué sí tiene sentido en una intervención seria contra el moho

Desde la biohabitabilidad, la secuencia lógica –y la que sigue Unidad Verde en sus diagnósticos y consultorías– es distinta.

6.1. Diagnóstico de la causa

Antes de limpiar o pintar, hace falta saber:

  • Qué tipo de humedad hay: condensación, filtración, capilaridad, fugas, combinación.
  • Cómo se comportan HR y temperatura en el espacio:
    • Medición de HR y Tª ambiente,
    • Estimación de punto de rocío,
    • Medición de temperaturas superficiales,
    • Detección de puentes térmicos (termografía, sondas, etc.).
  • Cuánta humedad almacenan los materiales:
    • Medición de humedad en yesos, maderas, soleras, etc.
  • Qué extensión tiene la contaminación fúngica:
    • Inspección visual,
    • Zonas ocultas (tras muebles, falsos techos, trasdosados),
    • Si es necesario, muestreo de moho (aire, superficies, polvo).

Sin esta fase, cualquier actuación posterior es “a ciegas”.

6.2. Corrección de la fuente de humedad

Según el caso, puede implicar:

  • Mejorar aislamiento térmico y resolver puentes térmicos.
  • Corregir fugas y filtraciones (de cubiertas, fachadas, instalaciones).
  • Tratar capilaridad (drenajes, barreras, soluciones adecuadas al sistema constructivo).
  • Optimizar ventilación (natural o mecánica),
  • Revisar hábitos de uso (secado de ropa, ventilación tras duchas, ocupación, etc.).

Sin controlar la humedad, el moho es un problema recurrente.

6.3. Remediación de la contaminación de moho

Una vez controlada la fuente:

  • Planificación de la intervención para minimizar dispersión de esporas a zonas sanas.
  • Uso de EPI adecuados (mascarillas filtrantes, guantes, protección ocular).
  • Aspiración con filtros HEPA en zonas afectadas.
  • Limpieza controlada de superficies, priorizando productos que:
    • Sean eficaces,
    • Sean compatibles con la biohabitabilidad (minimizando biocidas agresivos de uso doméstico al azar).
  • Evaluación de qué materiales deben retirarse:
    • Placas de yeso muy afectadas,
    • Aislantes impregnados,
    • Maderas o tableros dañados, etc.
  • Secado y verificación posterior.

6.4. Reconstrucción con criterios de biohabitabilidad

Cuando la estructura está seca y saneada:

  • Uso de revocos y pinturas transpirables (cal, silicato, arcilla, otros morteros minerales).
  • Diseño de soluciones que favorezcan el secado natural de los cerramientos.
  • Si se usan elementos con algún efecto fungistático, integrarlos como refuerzo, no como base del sistema.
  • Ajuste de ventilación y, cuando tiene sentido, apoyo con tecnologías de purificación de aire que no introduzcan nuevos contaminantes (por ejemplo, sistemas activos sin generación de ozono medible).

7. Cómo debería reaccionar un propietario cuando le proponen “solo pintar/pray/ozono”

Un pequeño checklist mental útil para propietarios, inquilinos o responsables de edificios:

  • ¿Alguien ha explicado de dónde viene la humedad?
  • ¿Se han medido HR, Tª y humedad de materiales, o solo se ha “mirado” la mancha?
  • ¿Se ha revisado el estado de fachadas, cubiertas, instalaciones, puentes térmicos?
  • ¿El presupuesto incluye únicamente “limpieza + pintura antimoho” o “tratamiento con ozono” sin más actuaciones?

Si la respuesta es:

  • “No hemos analizado la causa, pero con esta pintura antimoho se soluciona”,
  • “Le pasamos ozono y esto mata todo, problema resuelto”,
  • “Le doy un producto, lo echa usted mismo y no vuelve a salir”,

lo razonable, desde la salud ambiental, es pedir un diagnóstico más serio.


8. Conclusión: de los parches a la salud ambiental real

  • Pinturas antimoho, sprays “milagro” y tratamientos con ozono no son, por sí solos, soluciones completas ni duraderas frente al moho en edificios.
  • Suelen actuar sobre la apariencia y la capa más superficial, mientras la causa real (humedad, microclima, diseño constructivo) permanece intacta.
  • Además, con frecuencia, añaden nuevas cargas químicas o riesgos al ambiente interior.

La alternativa, y el enfoque coherente con la biohabitabilidad, es:

Diagnosticar la causa ➝ corregir la humedad ➝ remediar de forma controlada ➝ reconstruir con materiales sanos y sistemas transpirables ➝ acompañar, si hace falta, con tecnologías de purificación de aire adecuadas.

Ese es el tipo de enfoque que permite mejorar realmente la salud del espacio y de las personas, y no solo esconder el problema durante unos meses.

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